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La nación más poderosa y su mentalidad medieval

Vi ayer, a primera hora del día, el siguiente titular:

Osama Bin Laden ha muerto · ELPAÍS.com

Intrigado, lo leí por encima. Y para mi decepción y la de las personas sensatas y pacíficas, resultó que no había muerto, sino que lo han matado (o eso nos dicen). Así que el titular era inexacto.

Estarán muy satisfechos en EEUU con su «hazaña» y unos cuantos por fin dormirán tranquilos (supongo), pero hay un problema… LA MUERTE NO SE ARREGLA MATANDO.

¿Cuántas vidas se han perdido (de las nacionalidades que sea; no creo en naciones…) desde que comenzó la búsqueda de este sujeto?

El ser humano es la especie más irracional de la «creación». Y lo irónico es que se cree todo lo contrario.

Me puedo figurar que ver la CNN o la Fox estos días tiene que ser particularmente vomitivo.

Que se regodeen por tal «logro» de verdad es asqueroso, insultante, desolador. Y para rematarlo, ese gesto tan gratuito, tan prepotente y tan retorcido de lanzar (dicen) el cuerpo al mar, contrariamente a la tradición islámica.

Alguien me ha sugerido que hay que ser poco menos que un indeseable si no se siente alegría por la muerte de un terrorista. Pues yo lo siento mucho, pero no me alegro ni lo más mínimo. Nunca, jamás, la muerte de una persona me parecerá motivo de alegría. Y menos cuando ha conllevado miles de muertes adicionales.

Para colmo, esa muerte no aporta nada: el terrorismo sigue ahí. Es una pura maniobra propagandística, rencorosa, vengativa, imperialista y muy en la línea de la política prepotente y pisoteadora de derechos humanos de la nación más poderosa del mundo. La nación que se vende a sí misma como denfensora de las libertades y la prosperidad, y que, en general, presume de puritana y de fidelidad a los principios del cristianismo, que creo que habla de no matar y de comportarnos como hermanos.

La hipocresía de los cristianos siempre me ha resultado incomprensible.

Corrijo: esa muerte sí que aporta algo. Provocación descarada. Es decir, posibles represalias del susodicho terrorismo. Como bien me sugería otra persona hoy, ojo por ojo, y en poco tiempo todos ciegos.

Ojo por ojo. Odio sobre odio. Puro y duro. La muerte de este pirado no aporta NADA a nadie. Si acaso, un argumento para manipular las siempre reblandecidas mentes de los estadounidenses, y para hacerles creer que este tipo de cosas y no otras son el motivo de que tengan que estar orgullosos de su país y de su presidente.

En fin. Desde luego, esa muerte anula cualquier opción de exigirle a Bin Laden que repare, constructivamente, el daño que ha causado. Al contrario: sólo aporta más odio y más provocación, sobre todo por la forma asquerosa de EE.UU. de restregar esa «hazaña».

Y a mí personalmente, me reporta una aversión enorme por este mundo en el que vivo y donde nos matamos unos a otros, y por ese país tan libre y tan democrático, pero que no es otra cosa que un gigante prepotente, hipócrita, que se cree el dueño del mundo y poseedor de la verdad.

Por cierto, me pregunto, ya puestos, quién debe pagar todas las muertes que ha provocado Estados Unidos (en nombre de su Dios, del petróleo o de lo que sea) en esta cruzada. ¿El presidente Obama con su vida? Y si así fuera, ¿de verdad aportaría algo la pérdida de esa vida? Y ya de paso, ¿por todos los indios que los españoles se cargaron en nombre del cristianismo o de la patria cuando llegaron a las Indias quién debe responder?

Venga, hombre. Lo único que sucede es que el 11S lo tenemos muy reciente, lo vimos en TV en directo y además la víctima fue Estados Unidos (que se creía a sí mismo invulnerable). Pero barbaridades ha habido muchísimas más y mucho más graves en la Historia de la Humanidad, y sin embargo nadie se acuerda de ellas (gracias al cielo, porque sólo faltaba que nos pasarámos la vida echándonos en cara barbaridades pasadas). Pero igual de asesino es el que comete un atentado que el que emprende una guerra como represalia.

Es más, en verdad, me parece más sangrante el caso de la administración americana: Bin Laden es un «simple» pirado con la cabeza echada a perder (por cierto, lo entrenó la CIA) y con demasiados recursos en su poder. Obama se supone que es una persona con dos dedos de frente y con capacidad para dirigir el país más importante del mundo. Y encima tiene un Nobel de la paz. Pero actitudes como ésta son de vergüenza en una persona y un país así.

La justicia internacional, los derechos humanos y la prudencia están para algo. Aunque a veces se nos olvide y nos dejemos llevar por los instintos más bajos (rencor, venganza, odio, descaro).  

La frustración y la indignación que me provocan formas de actuar como ésa me duelen enormemente. Porque no llevan a ningún lado, son tremendamente simplistas (el mundo no es de dibujos animados; aquí el bien no vence al mal y esas cosas…) y demuestran una hipocresía aberrante. Aparte, ninguna persona tiene en su poder la capacidad de matar a unas cuantas decenas de miles de personas. Podrá ser la cabeza visible de toda una organización, pero no el único culpable. La muerte de este señor (que, por cierto, con todos sus defectos, tendría una familia que lo querría o lo necesitaba) y el tirar el cadáver al mar, insisto, no vale para nada. Salvo, si acaso, para provocar represalias por parte del resto de esa organización de trastornados mentales.

Termino citando las sabias palabras que un conocido me ha dedicado sobre este tema.
Eres grande, Alfonso…

«Estoy de acuerdo contigo, y me alegra saber que piensas así. Hoy he quedado alucinado al ver como compañeros míos se reían y hacían comentarios mostrando su júbilo y alborozo sin límites por el asesinato este. Uno ha llegado a decir «bua, me alegro un montón», como quien habla de fútbol o de la lotería. Es inaceptable que gente que presume de creer en la libertad y la justicia (que no en la venganza) vea este modo de proceder tan al estilo «somos dueños del mundo» con buenos ojos. Y lo que decís, la violencia de este tipo solo puede traer más violencia. El cambio en el mundo islámico tiene que ser interno, no lo podemos forzar desde fuera y menos con medidas que serán tomadas como otro ataque de Occidente. No hacemos sino afianzarnos más como enemigos del Islam. Y que matar está muy feo, sea a quien sea, hombre ya».

En fin. El mundo sigue. Pero nada cambia.

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